5 prácticas para llevar una vida antiinflamatoria

Escuchar lo que nuestro cuerpo nos dice y saber leerlo está de moda, y si una cosa he aprendido en todo mi camino con el hipotiroidismo es que es eso, un camino, y además de los largos y tortuosos (aviso a navegantes ;) )

Encontrar la clave de lo que te ocurre cuando no te sientes bien, es en muchos casos una investigación rollo CSI, pero afortunadamente cuando la encuentras es un descanso mental y un verdadero momento mágico.

Intolerancia al gluten, a las histaminas, parásitos intestinales, diabetes, colon irritable, inflamación crónica… Hay para todos los gustos.

No es que tengamos que obsesionarnos dando por supuesto que algo nos pasa, pero si nos pasa algo hay que buscar el orígen. 

Porque podemos estar bien, es más, merecemos sentirnos bien.

Si no lo estamos, lo primero es revisar nuestro estilo de vida: los alimentos que comemos, nuestro sueño y descanso, el ejercicio que realizamos, los factores que nos pueden resultar estresantes en nuestro día a día y nuestro bienestar general. 

 

 

Porque nuestro estilo de vida puede resultarnos nutritivo y sanador, pero también puede ser perjudicial enviando un mensaje constante a nuestro sistema inmunológico de que ha de proteger al cuerpo de manera mantenida en el tiempo. Y este es el caldo de cultivo de la inflamación crónica. 

Hace un tiempo os hablé sobre la inflamación crónica, en qué consiste, los factores proinflamatorios y cómo revertirla a través de la alimentación, y hoy quiero aportaros un poco más de información.

Por si no leíste el post del que te hablo, puedes encontrarlo aquí 

Y bueno hoy quiero compartir 5 prácticas simples que puedes incorporar en la vida diaria y que ayudan a combatir la inflamación crónica.

¡Empezamos!

1. Come más alimentos antiinflamatorios y evita los que resultan inflamatorios.

Aunque este punto está más desarrollado en el post que te indico arriba, si llevas una alimentación rica en nutrientes, integral y con un fuerte aporte de alimentos de origen vegetal quizás simplemente es aumentar los más efecto antiinflamatorio tenga y evitar el consumo de  las grasas saturadas, el azúcar refinado, los alimentos ultraprocesados, el gluten y los lácteos.

Ah, y no olvides mantenerte en un buen estado de hidratación. La hidratación adecuada ayuda a disminuir la inflamación e incluso puede evitar que suceda.

Todo esto hará que tus intestinos estén en mejor estado ya que estarás estarás ayudando a mantener una microbiota intestinal variada y equilibrada, algo de extrema importancia para que la respuesta inmunológica sea la adecuada. Además, esta microbiota sana tiene un efecto antiinflamatorio, así que ganarás por todas partes. 

 

2. Cuida tu rutina del sueño y la gestión del estrés

Al finalizar el día y reducirse las horas de luz comenzamos a segregar melatonina, lo que disminuye los niveles de cortisol y se favorece el sueño. 

Este ritmo llamado circadiano es imprescindible para que nuestro cuerpo pueda reparar y restaurar nuestras células mientras dormimos, reduciendo la inflamación.

Por eso es tan importante ayudar al descanso con cenas tempranas, reducción de pantallas al final del día, uso de luz tenue o incluso una rutina nocturna que favorezca el descanso.

El estrés va de la mano con la calidad del sueño. Cuando estamos estresadas todo el tiempo, producimos más hormona cortisol, que es la mejor amiga de la inflamación. Por lo que si nos enfocamos en reducir el estrés estamos favoreciendo la reducción de la inflamación.

Cuando tenemos un estado de estrés sostenido en el tiempo estamos generando cortisol que es una hormona de supervivencia que pone en marcha una respuesta inmunológica que genera inflamación.

Para gestionar el estrés es importante parar de vez en cuando durante el día y sobre todo hacer actividades que activen el sistema parasimpático como ejercicio físico, contacto con la naturaleza, meditación, bailar…

También puedes ayudarte utilizar un difusor con aceites esenciales como unas gotas de lavanda o uno de los preparados que yo utilizo que es el stress away de Young living. 

 

3. Encuentra un médico integrador para identificar posibles sensibilidades alimentarias e infecciones crónicas.

Un buen asesoramiento y seguimiento es una parte fundamental para cortar la inflamación crónica de raíz. 

La búsqueda iría en dos líneas: 

· Sensibilidades alimentarias: el gluten, la soja, los productos lácteos, los huevos y la levadura son solo algunos de los alimentos problemáticos comunes que pueden causar estragos en el sistema inmunológico. Si crees que puedes tener sensibilidad o alergia, presta atención a lo que comes y cómo te hace sentir. Es posible que te sugieran análisis de sangre o una dieta de eliminación. 

· Infección crónica: bacterias, virus, levaduras, parásitos. Es más habitual de lo que nos pensamos que este tipo de infecciones sean las causantes de un debilitamiento del sistema inmunológico. A través de un análisis de sangre o de heces (más específico que los que hacen en la Seguridad Social) pueden dar información de valor sobre lo que está pasando en el interior de tu cuerpo. 

Es fundamental que todo este proceso lo hagas de la mano de una persona especializada y con la formación adecuada, porque una cosa te digo, ir dando tumbos con dietas y métodos que recomienda menganita la de instagram o el artículo de la revista del momento NO ES LA MANERA ADECUADA de abordar este tema.

 

4. Reduce las toxinas de los alimentos que ingieres

El conocimiento de toxinas presentes en los alimentos es todo un mundo por investigar.

A grandes rasgos, incluyen las toxinas naturales propias del alimento como las presentes en algunos hongos; algunos aditivos utilizados en el procesamiento de los alimentos así como los contaminantes químicos presentes en el alimento por la forma de cultivo o de cría de animales, como plaguicidas, herbicidas o medicamentos, incluso los tóxicos derivados de algunas técnicas de cocción inadecuadas.

Por eso es tan importante consumir productos seguros certificados o provenientes de proveedores de confianza y llevar una alimentación lo más natural, variada y fresca posible.

También es importante utilizar técnicas de cocción y materiales que reduzcan los antinutrientes de los alimentos y que conserven, en la medida de lo posible, sus nutrientes, para poder sacar el máximo provecho de lo que ponemos en nuestra mesa. 

 

5. Elimina los disruptores endocrinos

Los disruptores endocrinos son sustancias químicas que pueden interferir con los sistemas endocrinos de nuestro cuerpo. 

Cuando se absorben a través de nuestra piel, se inhalan o se ingieren a través de nuestra comida o bebida, esencialmente imitan las hormonas de nuestro cuerpo y pueden hacer que nuestras hormonas naturales actúen de manera extraña. 

Además su efecto en el organismo es acumulativo e irreversible. ¡Incluso se puede transmitir de una generación a otra! 

Es muy frecuente encontrar estos disruptores en productos de limpieza, de higiene personal y de belleza y está en nuestra mano sustituirlos por alternativas libres de tóxicos y disruptores endocrinos. Para mí esto es una prioridad porque impacta de forma directa sobre mi salud. Este tema da para mucho, así que ya te contaré más sobre ello en futuras publicaciones.

Por el momento lo dejo aquí.

 

Decirte que afortunadamente, hay algunos cambios pequeños y simples que puedes hacer para comenzar a cuidarte. Lo importante es avanzar en la dirección adecuada, y poco a poco irás viendo el beneficio en tu organismo.

Y recuerda, ¡los pequeños pasos conducen a un gran cambio! 

Esto es especialmente cierto cuando se trata de combatir la inflamación crónica. Comienza con solo una de estas sugerencias y experimenta cómo te sientes. 

Y ahora te toca a ti: ¿Tienes problemas con la inflamación crónica? ¿Cuál de estos consejos probarás? O, si tiene sus propios consejos para combatir la inflamación, ¡cuéntamelo todo sobre ellos!